Ser emprendedora altamente sensible en el complicado mundo de los negocios online puede ser abrumador.
Saber por dónde empezar tu proyecto, qué publicar, a quién dirigirte, qué debe tener tu web, cómo alzar tu voz sin sentirte impostora o sin sentir que “vendes la moto” o eres pesada…
Emprendí sin conocer mi condición de PERSONA ALTAMENTE SENSIBLE y en pocos meses, y aunque tenía bastantes clientes y mucho trabajo, me quemé.
Aprendí que mis valores eran lo más importante a la hora de construir una forma de vida a mi medida, y que emprender alineada con mi esencia sensiblemente diferente era vital para no acabar agotada.
Tuve que soltar. Descartar cosas, servicios y clientes que no me hacían feliz. A lo Marie Kondo.